Tú eres, Señor, mi luz y mi salvación;
Eres la luz para mis pasos, ¿a quién he de temer?
eres el refugio de mi vida, ¿quién me hará temblar?
En ti está mi confianza y en tus manos mi vida;
mi corazón está firme y animoso estando contigo.
Aunque acampe un ejército contra mí;
aunque luchen contra mi vida
las fuerzas del Maligno;
aunque me cerquen por todas partes
y me aprieten en su cerco,
mi corazón no teme; está seguro en ti y resiste.
Aunque estalle una guerra contra mí
y tiemble todo, aún así, Señor,
estoy seguro contigo en medio de ella.
¿A quién he de temer, Señor, si estoy contigo?
Una cosa te pido, Señor;
una cosa busco con pasión;
habitar en tu casa, Señor,
sentarme a tu lado,
estar contigo todos los días de mi vida.
Quiero gustar tu dulzura,
Señor, y tener la seguridad
plena de que tú me amas
en el día del peligro
me darás cobijo en tu cabaña;
me esconderás en lo escondido de tu tienda;
y mi pie estará seguro sobre tu roca firme.
Contigo, nada temo;
tu poder es mi defensa y salvación.
Tú eres mi auxilio: no me abandones, no me dejes solo.
Yo estoy seguro, Señor, de que si los seres más queridos me abandonan, Tú nunca harás eso, Tú estarás siempre a mi lado y me acogerás…
Yo quiero ver tu bondad, Señor, y saborear tu ternura;
aquí, ahora, en la tierra donde vivo: hazme gustar tu amor.
Yo espero en ti, Señor, yo sé que contigo
mis problemas tienen salida;
yo espero en ti, Señor, y estoy seguro
de que nunca me dejarás solo.
Tú me hablas al corazón y me dices:
“espera en mí, confía en mi gracia”.
Mi corazón te dice, Señor:
“creo en ti, estoy seguro a tu lado”.
(Adaptación del Salmo 26)
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