domingo, 31 de octubre de 2010

Resistencia

En algunas series, en algunas guerra, en algunas batallas, aparece algo así como una "resistencia". Un grupo de hombres y mujeres que plantan cara a un rival, que a menudo, parece dispuesto a aplastarles.
Yo me digo que ser cristiano es, de algún modo, ser resistente. Como la roca que resiste al paso del agua (que, tal vez, eso sí, suaviza sus aristas). Como el junco que se dobla por el vendaval, pero no se rompe.


¿Contra qué?

"De día el sol no te hará daño ni la luna de noche. El Señor te guarda..." (Sal 121)

Contra alguna que otra tormenta. Contra uno mismo cuando se pone tontorrón. Contra esa misam fe, tan llena de agujeros. Contra los cantos de sirena, que te engañan con atajos hacia ninguna parte. Contra la desgana, el silencio, la apatía o la indiferencia. Contra el miedo por apostar por el caballo equivocado. Contra el aburrimiento.

¿Contra qué te toca luchar a ti en esta etapa de tu vida? ¿Y en tu fe?


¿Por qué?


"Yo te amo, Señor, mi fortaleza, mi roca, mi alcázar, mi libertador" (Sal 18)


Que no se trata de resistir por que sí... O de forzarse a pura voluntad. Se trata, más bien, de mantener viva la llama, el impulso que hace que merezca la pena luchar. Porque el fuego es real. Se trata de atesorar, muy dentro, las palabras del evangelio que a veces te incendian por dentro.

Se trata de cantar, con imbatible ternura que hay un amor infinito, abstenerse de interpretaciones sentimentaloides, que da sentido a la vida. Y convertir dicho amor en bandera, proyecto y promesa.


¿Qué te ayuda a seguir? ¿Cuál es tu apoyo, tu fortaleza, tu motivo?

lunes, 25 de octubre de 2010

Quítate la máscara y sé feliz


"En realidad, es a Jesús a quien buscáis cuando soñáis la felicidad; es Él quien os espera cuando no os satisface nada de lo que encontráis; es Él la belleza que tanto os atrae; es Él quien os provoca con esa sed de radicalidad que no os permite dejaros llevar del conformismo; es Él quien os empuja a dejar las máscaras que falsean la vida; es Él quien os lee en el corazón las decisiones más auténticas que otros querrían sofocar. Es Jesús el que suscita en vosotros el deseo de hacer de vuestra vida algo grande, la voluntad de seguir un ideal, el rechazo a dejaros atrapar por la mediocridad, la valentía de comprometeros con humildad y perseverancia para mejoraros a vosotros mismos y a la sociedad, haciéndola más humana y fraterna. (JUAN PABLO II, Jornada Mundial de la Juventud, Roma, agosto 2000).

viernes, 22 de octubre de 2010

Colega



No hay nada peor que acostumbrarse a Dios, convertirlo en nuestro colega, hasta que deja de sorprendernos. Y empezamos a hacer nuestros planes al margen de Él, esperando que venga a rubricar nuestras opciones en el último momento, como el big boss que nos protege y firma los cheques, porque el resto es cosa nuestra.


Resulta que un día, casi sin saber cómo has llegado a ello, te acercas a Dios y le dices: «Oye Colega, te doy mi voto, soy catequista, voy a la eucaristia, toco la guitarra, hago el camino de Santiago o voy a Taizé cada verano... y tú te estás tranquilito, sin darme sobresaltos.» Dicho de otra manera, hacemos un pacto de buen rollo con Él: nosotros rellenamos todos los apartados del contrato, y una vez controlados todos los flecos, le presentamos el contrato de nuestra vida a Dios para que lo firme. Aquí empieza y acaba el protagonismo que le damos a Dios.


¿Cómo va pedirme Dios algo con lo que quizá no voy a estar de acuerdo? ¿Cómo va a exigirme que cambie de planes? ¿Cómo se va a atrever a poner en duda mis conquistas?
Si Dios es mi colega y no quiere otra cosa que mi felicidad, entonces para discernir cuál es su voluntad para mi vida tengo que convertirme en un experto en tirar pelotas incómodas a córner, y para ello no hay como dominar la muletilla del "no hace falta": no hace falta consagrarse para vivir la entrega a la misión con exclusividad, no hace falta arriesgar las propias seguridades para ser cristiano, no hace falta rezar para amar más y mejor a los demás; no hace falta dar lo que uno necesita, sinó sólo lo que a uno le sobra...
Jesús criticó duramente a los que echaban en el cepillo del templo lo que les sobraba, mientras alababa a una viuda que depositó lo que necesitaba para vivir. Seguro que más de uno se hubiera acercado a la viuda y, con toda la buena intención, hubiera intentado disuadirla: «Bravo mujer, la intención es buena, pero no hace falta; tú eres pobre y Dios no necesita tus dos monedas, ya dan suficiente los ricos, guárdatelas para ti y para tus necesidades, Dios es tu colega y no quiere que te pases por él». ¿Te imaginas la cara de estupor de la viuda? ¿Te imaginas la cara de indignación de Jesús, colega?


(Marc Vilarasau, de pastoralsj)

jueves, 7 de octubre de 2010

¿A dónde van?

El amor es

trabajo productivo

permanente.

El pasado es fundamental

es la fuente de ese amor.

El presente es imprescindible

porque es la única forma de expresarlo.

El futuro es la esperanza

porque es la manera

de seguir deseándolo.

Para quien aman,

han amado

y seguirán amando...

sin pedir nada a cambio,

sin presionar el amor,

sin humillarlo,

sin manipularlo,

sin doblegarlo...

A ellos...

T.A.R.G.

Sólo el Amor

Debes de amar la arcilla que va en tus manos, debes amar su arena hasta la locura... y si no, no la emprendas que será en vano.

domingo, 3 de octubre de 2010

Humanos antes que nada

A veces necesitamos categorías. En realidad, siempre. Nos permiten llamar a las cosas de una forma u otra, y nos ayudan a comprenderlas. Nos enseñan a trazar mapas del mundo, de sus gentes...

Las palabras, los conceptos, las realidades que hay detrás, son un arma de doble filo. Por una parte, nos ayudan a situarnos y comprender las cosas. Por otra parte, corremos el riesgo de que nos acartonen la mirada, nos adormezcan la sensibilidad o nos cierren los ojos ante la verdad primera que nos une: somos, antes que nada, humanos, hermanos e hijos de un mismo Dios.

Antes de etiquetar.
"Ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús" (Gal 3,28)


Antes que etiquetar muy pronto y marcar diferencias: macho o hembra, de aquí o de allí, blanco o negro, doctor o iletrado, heterosexual o gay, rico o pobre, mío u otro, es fundamental mirar a los rostros, a las vidas, a la gente, y decir: humano, como yo; persona, con un corazón que, como el mío, late y siente, busca y ríe, y a veces llora.

También sueña sus noches, y anhela en sus horas de vigilia. También se equivoca y acierta (no todo al tiempo). También, a su manera, revela a Dios, nuestro padre. También tien sed, de sentido, de un Absoluto que abraza, de amor y palabra. Por eso, antes de etiquetar, descálzate ante el otro, que el terreno que pisas es terreno sagrado.

Esta semana puedo dedicar un rato a intentar percibir así, desde esa humanidad profunda, a "los otros" de mi vida.
Los otros cercanos (a quienes tal vez conozco y quiero).
Lo otros más lejanos, cuyas vidas se tocan con las mías, por trabajo, por tiempo, por casualidad...
También a los otros a quienen normalmente percibo como diferentes (tal vez con un poco de miedo, o de rechazo, o simplemente porque no piensan como yo).


Una mirada lúcida.
"Jesús, fijando en él la mirada, le amó" (Mc 10,21)


Eso necesitamos. Una mirada atenta, capaz de descubrir el sentido profundo de las cosas. De intuir la huella de Dios. De atisbar destellos de su presencia en las gentes, las historias y las cosas.

Una mirada que perciba, como trasfondo, "creación" y vida, proyecto y reino, amor. Una mirada que descubra las posibilidades, que, como la del artista, desentrañe la belleza posible, aunque escondida. Danos, Señor, esa mirada certera, que desvela el recoldo en la hoguera apagada, que descubre el primer tallo que asoma, que sin ser ciega a lo que falla, falta o hiere, sin embargo sigue percibiendo la vida y su fuerza. La mirada del que es capaz de figurarse, con imaginación desbordante, posibilidades que desencadenan cambios... Para hacer del mundo (mi mungo pequeño y el mundo lejano), un lugar mejor. Para humanizar las vidas y las situaciones, especialmente de aquellos a quienes la dignidad les ha sido arrebatada.

Esta semana pido a Dios que me ayude a mirar el mundo con ojos de quien cree y espera, con ojos de quien ama