viernes, 22 de octubre de 2010

Colega



No hay nada peor que acostumbrarse a Dios, convertirlo en nuestro colega, hasta que deja de sorprendernos. Y empezamos a hacer nuestros planes al margen de Él, esperando que venga a rubricar nuestras opciones en el último momento, como el big boss que nos protege y firma los cheques, porque el resto es cosa nuestra.


Resulta que un día, casi sin saber cómo has llegado a ello, te acercas a Dios y le dices: «Oye Colega, te doy mi voto, soy catequista, voy a la eucaristia, toco la guitarra, hago el camino de Santiago o voy a Taizé cada verano... y tú te estás tranquilito, sin darme sobresaltos.» Dicho de otra manera, hacemos un pacto de buen rollo con Él: nosotros rellenamos todos los apartados del contrato, y una vez controlados todos los flecos, le presentamos el contrato de nuestra vida a Dios para que lo firme. Aquí empieza y acaba el protagonismo que le damos a Dios.


¿Cómo va pedirme Dios algo con lo que quizá no voy a estar de acuerdo? ¿Cómo va a exigirme que cambie de planes? ¿Cómo se va a atrever a poner en duda mis conquistas?
Si Dios es mi colega y no quiere otra cosa que mi felicidad, entonces para discernir cuál es su voluntad para mi vida tengo que convertirme en un experto en tirar pelotas incómodas a córner, y para ello no hay como dominar la muletilla del "no hace falta": no hace falta consagrarse para vivir la entrega a la misión con exclusividad, no hace falta arriesgar las propias seguridades para ser cristiano, no hace falta rezar para amar más y mejor a los demás; no hace falta dar lo que uno necesita, sinó sólo lo que a uno le sobra...
Jesús criticó duramente a los que echaban en el cepillo del templo lo que les sobraba, mientras alababa a una viuda que depositó lo que necesitaba para vivir. Seguro que más de uno se hubiera acercado a la viuda y, con toda la buena intención, hubiera intentado disuadirla: «Bravo mujer, la intención es buena, pero no hace falta; tú eres pobre y Dios no necesita tus dos monedas, ya dan suficiente los ricos, guárdatelas para ti y para tus necesidades, Dios es tu colega y no quiere que te pases por él». ¿Te imaginas la cara de estupor de la viuda? ¿Te imaginas la cara de indignación de Jesús, colega?


(Marc Vilarasau, de pastoralsj)

4 comentarios:

  1. No me gustaría que Dios se convirtiera en mi colega, Sí lo quiero como Amigo, pero amigo en el que poder confiar y en el que no me duela que me exija cosas. Y que cuando mi altaneria me haga reprocharle mi situación que sepa entender porque el lo hace así. Quiero a Dios como un AMIGO incondicional en mi vida... no como un colega de copas, de fiesta y de buenos momentos, sino un AMIGO para cualquier hora y momento bueno o malo, sin escusas.

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  2. Sin duda que Dios va a saber comprendernos siempre, pero no por ellos va a confirmar nuestros errores. Su postura ante la vida, ante mi vida, es bastante clara, y también es cierto que cuando yo veo que me exige algo con lo que no estoy deacuerdo pues me enrolo en el grupo de los "que no hace falta", simplemente porque lo que me pide no entra dentro del proyecto de vida que yo me he marcado. Pero ¿qué hay de su proyecto? Busco el "no hace falta" para no comprometerme demasiado,lo busco para defender el estilo de fe que me resulta cómodo vivir, en fin lo busco para ser yo por encima de Dios.
    Espero que el Señor no me tenga mucho en cuenta, que siga sorprendiendome, que siga regalandome su proyecto sobre, y que siga teniendo paciencia porque sabe que me cuesta aceptarlo a la primera. Que me ayude, como la Virgen María, a no espantarme, sino a guardar aquello que me presenta y no comprendo en mi corazón, porque estoy seguro que Él me ayudará a verlo con claridad.

    TMGCC. Manolo.

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  3. Yo también espero poder dejar que me sorprenda a dirario, pero no solo eso, sino que me deje comprometerme hasta donde El lo desee, que aparte de mi mis miedos e inseguridades, que me deje tener un corazon limpio para saber escuchar ese proyecto que me tiene preparado. Ese que es su proyecto y no el mio.
    Dame la sabiduria para saber llevarlo a cabo, aceptandolo y haciendo de mi vida evangelio puro

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  4. Amigo/a mio, déjate amar por él. Esa es la clave de todo. En la medida que vivas cada día más enamorado/a de Él, Él te irá mostrando lo que desea de ti, pero no como una exigencia, sino como una oportunidad para amar más. Yo creo que esa es la clave de todo. El aprender a vivir un amor más puro, más fiel, más sincero, más libre. Y esa capacidad de Amar solamente la da Jesús. Así que no te preocupes, no te agobies, simplemente vive cada día lo que cada día Él te quiere regalar. Vive tu presente, y aprende estas facetas del amor desde tu hoy particular. Y no te preocupes, Jesús es tu Maestro, nunca te reprocha nada y siempre te dará las fuerzas para conseguir el amor quiere que vivas. Simplemente tienes que Adorar y Confíar.

    TMGCC

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